Antes que nada, es preciso que el facilitador esté relajado, que conozca las técnicas y las haya practicado él mismo. Además, debe estar atento al estado de las personas a las que está guiando, observando sus rostros, posturas y movimientos a la vez que les explica en qué consiste el ejercicio que se va a realizar, en qué se basa, sus fundamentos científicos...
Pedir a los asistentes a la práctica que respiren lenta y profundamente, tomando el aire por la nariz, y expulsándolo por la boca, sintiendo como se eleva su abdomen (de la misma forma en que se aprendió en la sesión anterior.
Intentaremos recorrer con la imaginación cada parte del cuerpo, para sentir en qué estado se encuentra (tenso o relajado), o qué percepciones tiene (si las manos tocan la mesa, o una sujeta a la otra, si los pies están o no en contacto con el suelo…). Es importante seguir siempre un orden, comenzando por los pies y ascendiendo hasta llegar a los ojos.
Un POSIBLE RECORRIDO sería:
- Pies: apuntar con los dedos hacia arriba. Sentir la contracción de los músculos de los gemelos y luego como se relajan al cesar la contracción.
- Apuntar con los dedos hacia abajo, como si quisiéramos tocar el suelo. La pierna estará totalmente tensa durante la contracción. Soltar la contracción.
- Subir por los muslos haciéndonos conscientes de ellos.
- Tensar los abdominales, apretar durante la contracción como si quisiéramos meterlos hacia dentro. Soltar abdominales.
- Pectorales: intentar juntar los omóplatos, como intentando sacar pecho. Mantener la posición unos instantes y a continuación relajar.
- Bajar por el brazo y hacernos conscientes de él. Contraerlo, cerrando el puño y tensando el brazo como si fuese una vara.
- Al llegar a la mano, formar una especie de garra, sentir cómo se contrae, y a continuación, relajar.
- Subir de nuevo mentalmente por el brazo y al llegar a los hombros, encogerlos intentando tocar las orejas con ellos. Relajar.
- Echar la cabeza hacia atrás, manteniendo la postura unos instantes y soltar la contracción. Devolver la cabeza a su posición normal.
- Elevar las cejas como cuando nos sorprendemos de algo y relajar.
- Fruncir el entrecejo, como si pusiéramos cara de preocupados.
- Cerrar los ojos con fuerza, sintiendo como se tensa la cara. Soltar la contracción.
- Tensionar la mandíbula apretando los dientes, y después de unos instantes, relajar.
- Cerrar fuertemente los labios, pegar la lengua con fuerza al paladar. Soltar la contracción.
Para terminar, tendríamos que devolver a los alumnos poco a poco a la realidad. Se puede salir del ejercicio con las siguientes palabras:
“Ahora voy a contar de uno a tres, y cuando diga “tres” abriré los ojos, me sentiré relajado, tranquilo, contento, mucho mejor que antes. “Uno”, me veo en la postura que tengo ahora, notando mi cuerpo más y más pesado, más y más relajado… me hundo más y más en la silla (se dejan transcurrir unos instantes), “Dos”, vuelvo a la clase, me doy cuenta de ella, de mi mesa, de mis compañeros, de mi posición en el aula… Mi cuerpo está más y más blando, más y más flojo… (se dejan transcurrir unos segundos de nuevo)… Y “¡Tres!”… abro los ojos, estoy en perfecto estado de paz, de tranquilidad, de descanso, preparado para afrontar el resto del día…”
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