domingo, 28 de diciembre de 2014

TALLER DE RELAJACIÓN Y GESTIÓN DEL ESTRÉS: RELAJACIÓN TUMBADOS

En esta ocasión, nuestra sesión de relajación la hemos llevado a cabo tumbados.

Este ejercicio es ideal para realizarlo tras una jornada de mucho estrés (un examen importante, un día de mucho trabajo, tras un momento de tensión...).

El objetivo es tranquilizarnos, lograr calmarnos de una manera más profunda que en los ejercicios de las sesiones anteriores.

Para ello, hicimos un círculo en el suelo con nuestras esterillas, nos tumbamos sobre ellas y cerramos suavemente los ojos. El ambiente luminoso era tenue y de fondo sonaba una música suave que nos acompañaba y nos ayudaba a que nuestra mente dejara de analizar y dar vueltas a las cosas cotidianas.


Respiramos lo más profundamente posible durante tres veces.

Después llevamos nuestra atención a nuestros pies. Nos tomamos un tiempo para sentirlos. A continuación imaginamos y sentimos como pesa y se relajan. Mentalmente nos repetimos, como un mantra: Los sentimos. Pesan y se relajan.

Seguimos subiendo y llevamos nuestra atención a través de la tibia, el peroné y las rodillas. Nos tomamos un tiempo para sentirlos. Imaginamos y nos hacemos conscientes de su peso. Lo sentimos. Pesan y se relajan.

Continuamos subiendo, llevando nuestra atención a través de los muslos, las pantorrillas, los genitales, los glúteos, la cintura... Nos tomamos un tiempo para sentirlos. Imaginamos y sentimos como pesan y se relajan. Pesan y se relajan...

Subimos ahora lentamente por nuestra columna vertebral. Desde el cóccix hasta la nuca. Notamos como se asienta sobre la esterilla. Y después, a medida que vamos subiendo de nuevo a través de ella, nos hacemos conscientes de la presencia de cada una de las vertebras que la componen. Vértebra a vértebra, el pilar que sostiene nuestro cuerpo.

Seguimos subiendo, llevando nuestra atención ahora a nuestro abdomen, nuestro pecho, nuestra espalda, nuestros hombros, nuestros brazos, nuestras manos. Nos tomamos nuestro tiempo para sentirlos, serenamente. Imaginamos y sentimos como pesan y dejamos que se relajen. Pesan y se relajan.

Continuamos hacia la parte más alta de nuestro cuerpo, nuestra cabeza,  que casi contacta ahora con la de nuestros compañeros. Llevamos nuestra atención a nuestro cuello, a los músculos de la cara, a nuestro cuello cabelludo. Y finalmente, a lo más interno y personal que tenemos: nuestra mente.

Nos tomamos un tiempo para sentirlos y después imaginamos y sentimos como pesan y se relajan. Pesan y se relajan. Respiramos profundamente tres veces y sentimos que somo un todo que pesa y se relaja. Pesa y se relaja.

Durante unos minutos nos dejamos ahí, recreándonos en esta sensación, meciéndonos en la música que suena de fondo.


Ahora haremos el recorrido en sentido contrario, desde nuestra mente, nuestro cráneo, nuestro cabello, nuestra cara... imaginando cada parte, sintiéndola y activándola.

Al final, nos movemos un poco, con suavidad, para volver de nuevo a la realidad. Movemos nuestro cuello y nuestros hombros, aún tumbados y con los ojos cerrados. Nos giramos sobre el lado derecho y nos colocamos en posición fetal. Poco a poco vamos moviendo el cuerpo. Lentamente vamos saliendo del ejercicio. Finalmente abrimos los ojos. Nos levantamos y nos estiramos, especialmente la espalda.

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